Ventana de Tolerancia

Superación personal

Ampliando límites
Ampliando horizontes

En el artículo de la semana pasada describía la diferencia entre los términos sensibilidad y sensibilización, para más información visita: https://www.zentzupsikologia.es/2020/01/26/sensibilidad-sensibilizacion/, en el artículo de hoy mostraré que es la ventana de tolerancia y su relación con la regulación emocional.

La ventana de tolerancia o margen de tolerancia (al malestar) es un término que propone Dan Siegel en su Libro “La mente en desarrollo: cómo interactúan las relaciones y el cerebro para modelar nuestro ser (1999)” que hace referencia a nuestra capacidad para enfrentarnos a las adversidades, situaciones ambiguas o que nos generan malestar.

Nuestros niveles de activación van fluctuando a medida que transcurre el día. Hay momentos en los que tenemos que enfrentarnos a grandes retos (reuniones, desafíos en el trabajo, eventos deportivos, actividades artísticas etc.) en los que nuestra activación (o nivel de excitación cortical y alerta) se encuentra en niveles muy altos, otras ocasiones en los que dichos niveles se encuentran en puntos muy bajos (descansando después de comer, o escuchar música relajada etc.) y otras en las que se encuentra en niveles intermedios.

Estos cambios de activación son una muestra de la capacidad de nuestro sistema nervioso para evaluar el entorno y facilitarnos automáticamente el nivel de activación necesario que nos permita adaptarnos a los acontecimientos.

Por consiguiente, nuestro sistema nervioso, de manera inconsciente, evalúa el entorno como seguro, amenazante o neutro y nos facilita los niveles de activación correspondientes; si estamos en peligro nos puede facilitar niveles muy altos de excitación que pueden provocarnos conductas de lucha o huida y si estamos en un lugar seguro (por ejemplo relajados en la playa) podemos disfrutar de niveles en los que sentirnos en sintonía con las demás personas, porque nuestro sistema de conexión social se activa al percibir seguridad y fomenta que se participe socialmente.

Si, en general, vivimos en un ambiente seguro y enriquecedor durante la primera etapa de nuestra vida, nuestro sistema nervioso se desarrollará en plenas facultades para facilitarnos unos estados óptimos de activación, conexión social y regulación emocional.

En cambio, si en nuestros primeros años, el entorno nos provoca una activación muy desproporcionada (muy alta o muy baja) con respecto a nuestras necesidades, es posible que nuestro sistema nervioso valore de forma incorrecta el peligro o le cueste más regularse tras un acontecimiento adverso.

Por ejemplo, el crecer en un entorno de hiperactivación, a largo plazo puede causar que nos sintamos ansiosos, enfadados o muy impulsivos de manera crónica.

Sin embargo, el crecer en un entorno de hipoactivación, a largo plazo puede ocasionar que nos sintamos deprimidos, cansados o sin energía.

Las causas de dicha desregulación pueden ser múltiples; vivir en entornos de estrés crónico, enfermedad, una pérdida importante, una historia de trauma, abusos, por factores genéticos, bullying, progenitores deprimidos, etc.

Límites de tolerancia al malestar
Ventana de tolerancia

Ampliando límites

El primer paso para regularnos consiste en aprender a identificar los desencadenantes que interpretamos como amenazantes de manera inconsciente o automática.

Para algunas personas esos desencadenantes son los ladridos de perros, para otras el olor de una fragancia, ciertas críticas o incluso podrían ser el color de una camiseta…

El siguiente paso consiste en poner palabras y comunicar lo que nos sucede para lo cual puede ser interesante tratar de observar las señales que se generan en nuestro cuerpo: señales como tensión, hormigueo, rigidez, temblor, bloqueo, etc.

Cuando comenzamos a comunicar los que nos sucede durante estos acontecimientos que nos desregulan, podemos darnos cuenta que nuestra desregulación no es lo mismo que estar en peligro, que simplemente “creemos” estarlo, de modo que, cuando comenzamos a tomar consciencia de las señales y movimientos que nos indican que nos hemos desregulado, tenemos la oportunidad de oro para encaminar nuestra activación dentro de la ventana de tolerancia.

Recordar que, para ampliar los límites de nuestra ventana de tolerancia, se debe trabajar en los bordes, si se trabaja fuera de los bordes, puede ser retraumatizante y si se trabaja en una zona muy confortable, no se generará nuevo aprendizaje que permita ampliar dichos límites. Esto se puede hacer realizando actividades que nos permitan enfrentarnos progresivamente a las situaciones que nos generan malestar, comenzando con actividades que podamos manejar y llevando el nivel de desafío a los límites a los que podamos enfrentarnos, para poco a poco ir superándolos.

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